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Vertidos

Editorial de la revista «Plaza Nueva», junio de 2016

A comienzo del mes de marzo se puso de manifiesto por la prensa los habituales vertidos de aguas fecales que se venían realizando en la ría por parte de la empresa que gestiona la EDAR situada en La Mediana.

El asunto es lo suficientemente grave para que no caiga en el olvido, toda vez que el Principado (Consejería de Fomento y Medio Ambiente) aseguró, días más tarde, que los vertidos de aguas fecales a la ría denunciados, se debían a las infiltraciones de agua marina en el sistema de saneamiento, pero nada de su alcance, las medidas que se han tomado, si es que se ha tomado alguna, o la exigencia de responsabilidades si las hubiere.

Sabe a poco la tibia respuesta dada por las autoridades locales, que raudos salieron al paso una vez divulgado el asunto, de que hacía tres meses, al menos, que el Ayuntamiento estaba al tanto de los hechos y que ya habían sido puestos en conocimiento de la Consejería en dos reuniones que la Alcaldesa había tenido con la consejera, Belén Fernández. La queja municipal, bien hecha está, pero una vez realizada, no deberíamos dormirnos en los laureles ante unos hechos lamentables que todo indica que venían produciéndose desde mucho tiempo atrás. Que los vecinos nos hayamos tenido que enterar por la prensa gracias a la valiente denuncia pública de algunos pescadores de caña, dice bastante del secretismo de las administraciones ante un problema cuya solución es de vital importancia para Ribadesella, una población que, no hay que olvidar, vive fundamentalmente del turismo y para la que la exigencia y salvaguardia medioambiental debe ser prioritaria. Si lo que se pretendía era acallar alarmas, han conseguido el efecto contrario, pues ni siquiera se sabe si los vertidos se han detenido.

Muchos recordamos lo que era esta bahía no hace tanto tiempo y lo que se ha degradado desde entonces. La construcción y puesta en funcionamiento de la depuradora de La Mediana marcó todo un hito, y permitía que no fueran a parar a la ría sin tratamiento adecuado las aguas fecales que generábamos. No obstante, a raíz de los hechos denunciados, no parece que haya sido suficiente, a lo que se añade el que algunos pueblos ribereños, que deberían estarlo, aún no han sido conectados a ella. La ría no se puede convertir de nuevo en una cloaca a la que vayan a parar todos los detritus que producimos; nos jugamos demasiado en el envite.

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